Advertencia para cualquier lector-reflector humano

La poesía no puede ser tu piedra angular
la poesía no podrá ser siquiera un poco de arena
la poesía quema o destruye la sangre cauta
la corrompida sangre la vuelve tinta
pintando con nuestra vida las hojas en blanco.
Por eso el miedo acecha mi cuerpo,
por eso mi teclado es la espada de Damocles
Así concibo los labios definitivos y rosas
de mis manos, de las caricias como espadas.
Así, brevemente, Reflector Humano
oía como me dictabas un deseo.

Bienvenida/o

denguecortos@hotmail.com

miércoles, 15 de octubre de 2008

¿La inocencia causa la muerte? Ojalá.

Según la RAE la INOCENCIA es el Estado del alma limpia de culpa. Se tiende a asociar esta palabra a la niñez, a una de esas almas cándidas (sencilla, sin malicia ni doblez). A la niñez (Período de la vida humana, que se extiende desde el nacimiento a la pubertad) a veces se le une lo infantil (Se dice del comportamiento parecido al del niño en un adulto). Por lo que niños y adultos se convierten a veces en una sola cosa pensante. Si bien es cierto que el inocente es feliz activamente por su desconocimiento, por el contrario el adulto puede devenir en una ingenuidad pasiva de alto calado.

La inocencia positiva es aquella que permite al individuo, de forma casual, encontrarse con lo desconocido y valorar ese descubrimiento como beneficioso para su formación vital. Esta capacidad de sorpresa debe durar toda una vida. No es más sabio quien más ve, sino quien percibe la emoción del aprendizaje.

Hay muchas clases de muertos pero los que vagabundean en la vida exacta son los más dolorosos, los que se pueden sentir tristes, vacíos, como si uno fuera a caer en la desgracia. La funcionalidad de un humano es progresar de manera incesante y en su camino arrastrarnos a todos.

Somos inocentes en sociedades completamente ajenas a nuestro discurso oficial, somos inocentes cuando nos posee la introversión, somos inocentes cuando matamos. El desconocimiento del límite nos hace inocentes.

Habremos visto adultos con la cabeza puesta en juegos perdidos y a niños arrancados de sus juguetes para empuñar una pala. La INOCENCIA es un estado mental como puede ser el sentirse hombre o mujer, pero la pureza se paga cara hoy como ayer, si lo que nos rodea no es caótico, si no crea la suficiente arbitrariedad como para interesarnos, si no se educa a los seres humanos en la sorpresa, entonces estamos condenados. Casi habremos muerto al nacer. Queda sólo la esperanza de pensar utópicamente en esbozar sonrisas y cosquillas al ver una bandada de patos cruzar el cielo de Madrid mientras cambia un semáforo a verde, y el despiste, el inocente despiste, nos cuesta la vida.

Sírvanse por favor.