Advertencia para cualquier lector-reflector humano

La poesía no puede ser tu piedra angular
la poesía no podrá ser siquiera un poco de arena
la poesía quema o destruye la sangre cauta
la corrompida sangre la vuelve tinta
pintando con nuestra vida las hojas en blanco.
Por eso el miedo acecha mi cuerpo,
por eso mi teclado es la espada de Damocles
Así concibo los labios definitivos y rosas
de mis manos, de las caricias como espadas.
Así, brevemente, Reflector Humano
oía como me dictabas un deseo.

Bienvenida/o

denguecortos@hotmail.com

martes, 1 de diciembre de 2009

Jugando al teléfono entre varios mundos


El cava fue el frío sudor recién descorchado que llegó hasta los pies de la cama. La cama sucumbió hincando la rodilla hasta astillarse. Las astillas se repartieron por la habitación como un accidente de tráfico con la caja de alfileres. Los alfileres sin un rumbo fijo amaron al primer imán que le cantó su oración. La oración sufrió el divorcio del sujeto y el predicado. El predicado engañó al sujeto con un sujeto elíptico. La elipsis omitió cobardemente el por qué. El por qué se suicidó sin respuestas. Las respuestas se tiñeron de blanco, y quedaron de un misterio insoportable.

La tiniebla guió al cuerpo hasta la remota sombra de sus ojos. Los ojos rojos prohibieron el paso a las intenciones. Las intenciones se agotaron gota a gota en una falsa espera. La espera entre sus dedos era cosa de mayores. Los mayores logros de millones de colchones se resumen en obnubilar a masas enteras de soñadores. Los soñadores son de la estirpe del Principito. El Principito ha vuelto a jugar con sus planetas un partido de squash. El squash nació como resultado de golpear rápidamente los pensamientos subversivos.

La subversión... la sub versión... la sub-versión es aquella película donde los subtítulos son sólo mentiras para un mundo, U-no, Gran-de y Li-bre. La cama volvió a ser ese único lugar donde los librepensadores encontraron un refugio, como grandes onanistas, para citarse enfermizamente con la soledad del incomprendido.

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