A veces uno se enamora de una voz, quizás porque te recuerda a la voz que hubieras querido tener cerca en los buenos momentos. A veces esa voz suena y te hace volver la vida atrás, buscando la canción de despedida. A veces sospechas que detrás de la gente silenciosa de la tarde se encuentre aquella voz que te encantaría atrapar. Y le preguntas, curioso, a todo el mundo, dando las buenas tardes -nadie sospecharía de eso- para buscar-necesitar ese timbre de tu puerta cerrada.
A veces pensamos que la voz basta para calmar la soledad y es en la soledad donde más voces calladas aparecen y deseamos. Yo busco la que me corresponde, la que me ha de coger de imprevisto y me distinguirá con adjetivos y algunos nombres irreconciliables, quedando mis cuerdas vocales mudas de tanto placer.
(A Umbral que buscaba la palabra que diera la muerte)
No hay comentarios:
Publicar un comentario