Advertencia para cualquier lector-reflector humano

La poesía no puede ser tu piedra angular
la poesía no podrá ser siquiera un poco de arena
la poesía quema o destruye la sangre cauta
la corrompida sangre la vuelve tinta
pintando con nuestra vida las hojas en blanco.
Por eso el miedo acecha mi cuerpo,
por eso mi teclado es la espada de Damocles
Así concibo los labios definitivos y rosas
de mis manos, de las caricias como espadas.
Así, brevemente, Reflector Humano
oía como me dictabas un deseo.

Bienvenida/o

denguecortos@hotmail.com

miércoles, 19 de mayo de 2010

La noche


La noche es una broma pesada. La noche sólo existe si nos asomamos a la ventana. La noche fulmina los ojos como escarpias. La noche funde la Luna en miserables farolas acurrucadas. La noche pervierte el rumor de la sonrisa atropellada. La noche sólo es una sombra acomplejada. La noche aminora las palabras putrefactas. La noche es un agujero tapado de esperanzas. La noche es para la noche la venganza. La noche hipnotiza al reloj marcando las distancias. La noche es esa mano que en un cuerpo calienta la nata. La noche es una prostituta de horas contadas. La noche es una canción en unos labios asomada. La noche vive entre los hielos de un cubata. La noche es la certeza de que la Luna es una cabeza cercenada. La noche sangra las esperas más nefastas. La noche es tu coño cubierto de escarcha. La noche son tus muslos presentados a la carta. La noche es una invitación para concretar sin en la mía o en tu casa. La noche es sintonía de la cabecera de tu cama. La noche se esconde debajo de las sábanas brotando cada mañana. La noche es hacer el amor con o sin ganas. La noche es una utopía de olor a fruta macerada. La noche sólo es un estado mental fruto de una pesadilla mal soñada . La noche es...esa incómoda realidad con almohada.

sábado, 15 de mayo de 2010

Palabras que rezuman paredes


La pequeña pared se cubrió de poesía, y justo en la pequeña oquedad se perdieron siete palabras que definían la semana. La grieta que corría la terraza hasta llegar al alféizar de tu sexo actuó como cesura de las palabras y tu dolor dolió como un encabalgamiento abrupto.

La prisa, volvió de la mano de un consolador de hielo y dejó mis pupilas curadas de espanto, tanto como aquella imagen porno-ortográfica de una fálica tilde solitaria. Tomé el único acento virginal y le hice el amor todo el texto hasta el siguiente punto y seguido.

Porque soy un creyente de la eyaculación de la tinta, me resisto a que las paredes luzcan un blanco nuclear, por eso mis palabras son precipitadas como una tormenta sobre los rincones más recónditos de tu cara.

En un impulso de esos que sacan a pasear el corazón hasta la mañana con beso de despedida, derramaste todo el café sobre tus muslos y aparecieron, filas de hormigas que señalaron el camino a tus amantes.

Tu pared estaba casi irreconocible, dos palabras más y colapsarían los 30 metros cuadrados, por ello preferiste guardar los sujetos elípticos en una caja semiabierta para cuando olvidaras los nombres de esos amantes imaginarios que visitan tu casa y no tuvieras nada más que decirles.

Entre mis manos camufladas en tu boca y tus manos hundidas en un cubo de pintura, tuvimos la excusa perfecta para sacrificar un diccionario por el que no pedimos ni pagamos rescate para recuperar, en un salto de trapecista ciego, las palabras que rezumaban paredes.