Advertencia para cualquier lector-reflector humano

La poesía no puede ser tu piedra angular
la poesía no podrá ser siquiera un poco de arena
la poesía quema o destruye la sangre cauta
la corrompida sangre la vuelve tinta
pintando con nuestra vida las hojas en blanco.
Por eso el miedo acecha mi cuerpo,
por eso mi teclado es la espada de Damocles
Así concibo los labios definitivos y rosas
de mis manos, de las caricias como espadas.
Así, brevemente, Reflector Humano
oía como me dictabas un deseo.

Bienvenida/o

denguecortos@hotmail.com

martes, 23 de noviembre de 2010

Mi niño, yo y mis usb´s


He pensado en divorciarme de ciertas partes de mi cuerpo como se van las alas de los árboles cuando los niños les asustan con sus manos pringadas de sueños. Este niño que todo lo contempla porque nada le es antiguo porque nada le es angustioso, porque conserva en sus ojos la mecánica de construir mundos con unas hojas y un tiempo sin manecillas.

He pensado en divorciarme de ciertas partes de mi cuerpo que fueron unidas a mi esperanza con el pegamento que mis padres donaron a la eternidad un día que llovió y cuyo frío hizo juntar sus cuerpos.

He pensado en divorciarme de ciertas partes de mi cuerpo que hacen sombras a las letras que componen mi nombre en un día soleado mientras un eclipse cae como una tilde y fragmenta mi realidad cada dos por tres, mientras mi niño burlón responde: "seis".

jueves, 4 de noviembre de 2010

La noche que me atracó Mr. Hyde

La vida se hace a base de decepciones hasta lo inaguantable, y es en ese importar-exportar todas las miradas que andan en las esquinas cuando uno se decide a querer.
Y sería gran cosa si uno decidiera amarse a uno mismo, pero comete el error de buscar la solución de sus frustraciones en otras personas.
¡Tristes todas las cuerdas que dominan la libertad! ¡Tristes y no suficientemente cortas!
Pongamos que uno abre una caja donde están a partes iguales sus aspiraciones o deseos y las carencias, el amor hace de aterciopelada funda que protege y quema, que da esplendor y oculta tras de sí la suciedad con la misma e interesada amnesia, la que se produce tras besar a alguien y entrar en el fragoroso terreno del no-retorno.
Pongamos que hoy mientras te da por recorrer esos lugares "especiales" que tiene toda ciudad que se precie, se te cae del bolsillo, emulando al Conde Montecristo, tu primer y único latido memorable, y como una espiral conduciendo borracha en un laberinto inabarcable, enloqueces buscándolo, levantando el pavimento, las faldas de las maniquies, y poco a poco cavas tu propia tumba sentimental. El amor ha conseguido enterrarte.
Ese amor brutal, agónico, fruto del choque entre dos lascas protohistóricas, no hace fuego, no sirve para calentar ni te dice que te quiere, sólo mantiene un inconstante desgaste, dependiendo del percutor y de las manos que otrora acariciaba las piedras, hoy las machaca y las extingue.
Ese jodido amor de caballeros sin armadura, sin profilácticos y que hacen el amor a pelo, volcando sus ideas en pollas y coños que lo dominan todo, y luego al volver la vista atrás te encuentras con una piel que antaño estaba rellena por ti y un papel explicativo a su lado que dice: "cuerpo sin magia recién pintado, por favor no pisar".