Advertencia para cualquier lector-reflector humano

La poesía no puede ser tu piedra angular
la poesía no podrá ser siquiera un poco de arena
la poesía quema o destruye la sangre cauta
la corrompida sangre la vuelve tinta
pintando con nuestra vida las hojas en blanco.
Por eso el miedo acecha mi cuerpo,
por eso mi teclado es la espada de Damocles
Así concibo los labios definitivos y rosas
de mis manos, de las caricias como espadas.
Así, brevemente, Reflector Humano
oía como me dictabas un deseo.

Bienvenida/o

denguecortos@hotmail.com

martes, 18 de enero de 2011

Obituarios


La invocación de un pasto, como un canutillo hipodérmico, tengo alojado en el hueco de mis latidos. Por cada golpe de ausencia saltan las costuras de la tranquilidad y se remueven las segundos como en el día eterno del desamparo.

Así, como en una creciente oleada o quizás reflujo de lo que se fue, van y vuelven mis manos devueltas por la mar, devueltas y ahogadas, muertas ya, exiliadas de mí, voluntariamente, regresadas como el puto hijo pródigo, al nido, a las temidas veleidades del traidor hiperrealismo en el que se ha convertido mi cuerpo doliente por la sal del cuerpo mal - mar muerto.

La risa tal y como se proyectó en la roca, allí se calcificó eterna, fosilizada perdió todo el valor de mi humanidad, me robaron mi identidad fruto orgulloso de la rabiosa disconformidad en la que me hallo.

Mi alternativa, desde hace algún soleado tiempo son tus ojos. Esta es fruto de mi feliz enfermedad, que siempre deseo expandir más allá de mis impuestas extremidades.

El abismo, la muerte de la ilusión es el fin. Me encuentro en marcha sin saber a dónde voy y sin más razones que el tráfico que arrastro detrás de mí.

A veces siento escalofríos, supongo que es el vaticinio de que desde todos los puntos cardinales el viento azotará en campo abierto, sin ningún obstáculo, mi ser, desde mi pasado hasta lo que vendrá a considerarse una "accidental" desaparición futura.

Luego cojo un número para ir a ver la reposición de la pesadilla anterior en la dársena de mi propia estación. Mientras llega el momento de la proyección me siento a leer, en alguna esquela, sin erótico resultado, que mi desdicha ha llegado a su fin y que recibió del Papa la Santa Maldición.

2 comentarios:

Kramen dijo...

Sensacional... espero que tengas una eterna condena repleta de tantas penas y alegrias que dejes sin tinta al dueño de tan digno pensador.

Me ha encantado, de alguna forma se que a pesar de que no haya humanidad en una sonrisa de atrezo hasta que pierdas en la fe de leerte muerto, los minutos desesperados se tornaran horas serenas. Todo llega con el punto final.

Francisco Javier dijo...

Gracias por aderezar mi texto con tu comentario Kramen. El punto final sólo es una "i" cercenada, buscar el resto es sólo mi esperanza. Un abrazo.