
Si me acuesto y las sábanas se han acortado por la absorción de los cuerpos, descoseré mi cuero inundando las habitaciones y edificios colindantes, si hay suerte, más allá de tres noches.
Si cruzo mis piernas esperando que se posen en mí todas las alegrías, y éstas llegan tarde o simplemente me dan plantón, improvisaré un payaso con ese árbol que se troncha y que tanto hacen reír a cada uno de mis millones de cabellos (fiuuuuu, fiuuuu).
Si espero en la estación y el tren no sale y miro de nuevo el andén y no hay ni vías, ni traviesas, ni guardagujas, rearmaré con mi mirada y mis dedos un trazado a veces humano, a veces de agua mineral, finísima e impaciente rabia de todos los ojos, tuyos tuyos y tuyos míos, que sí, que son ya míos.
Si veo un cuadro a través de tus labios (no creo que salga de allí en mucho tiempo) y me pierdo entre una mortaja de un cuerpo suspendido mientras Nadja marca el tiempo, a través de un pasillo abandonado al instante que se presenta, entonces saltaré como un resorte a destapar los cuerpos putrefactos o hermosos que mis gafas exactísimas vienen repartiendo con equidad toda una vida.
Si después de donar una existencia hasta el final en una camioneta rotulada con un "Donar es regalar vida", y me doy cuenta que he transformado dos vidas al fin y al cabo, improvisaré un escenario sin telón, unas gotas que alimentaran el sueño y acabaran con nuestras vidas para luego volver a diluirnos o emplazarnos a estar agarrados fugaz o eternamente a las fresas planchadas mientras cíclicamente se repite mi sonrisa, tuya.
1 comentario:
Eres mucho mas claro que tus entradas anteriores, algo ha cambiado, espero que no seas tú el que lo haga...Besos
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