
Pero lo cierto es que las únicas ruinas que vi en aquella senda fueron mis labios que poco a poco se derramaron, como el regante generoso que dona lo mejor de si mismo.
Aquella vez, lo único que pretendí -puesto que más significaba el desencuentro- fue calmar la sed de mi vida, que la encontré distante, al final de una roca horadada. El pensamiento más bello, seco y cubierto de limo espeso más personal de toda mi existencia.
Fuera de mi fachada corpórea, sólo soy un poco más de lo que siempre he creído. El mayor de todos los necios que me hizo el más grande y helado humano de mi universo.
Yo soy siempre la máxima autoridad de mis pensamientos... y me duele. El máximo poeta sin pentagrama de versos y adivinanzas ocultas. Si alguna vez me odié o lo vuelvo a hacer es porque soy yo, no necesito de otras lenguas que amen el oportunismo destructor.
Aún cuando me empeño en escribir la tragedia también se refleja un cómico ensayo. Soy la dualidad y la provocación por descubrir. Mi basura es prolija y sólo es comprendida por una neurona en constante rebeldía.
Y aún así, con todo lo que está cayendo, salgo cada día a intentarlo.
2 comentarios:
Tu dualidad...sí, ahí está, pero esa frialdad que crees no es más que un escudo que te proteje de tu extrema sensibilidad, serena, calmada, salvaje, siempre apasionada. Sólo nosotros mismos somos completos desconocidos para nosotros mismos, en continuo descubrimiento, siempre, siempre buscándonos...
Sólo los que me estáis conociendo podéis pensar que lo que hablo en el texto me es muy lejano. Y no es así. Aunque lo que es cierto es que esta entrada fue una especie de catarsis para el año 2005, cesura en mi vida, excelente y malo a la vez.
A veces puedo sentir temor de mi mismo, de lo que puedo llegar a sentir, pero como digo al final del texto "salgo cada día a intentarlo".
Gracias por tu comentario.
Un saludo.
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