El juez encerrado por asesinar la mesa del juzgado, el cura ahogado en la pila bautismal, la viuda que corre alegremente la plaza cantando su dolor, una misa muda, la ribera que remonta el curso de una lengua seca, los pájaros durmientes en las esquinas de la plaza, unos niños que queman los juguetes de sus abuelos, las palabras que huyen del olvido, los políticos que vuelven a su cueva, la melena que entreteje el viento, pelo a pelo, la discusión que permanece mientras los contrincantes se van agotados y el borracho que dicta la Biblia en verso.
El pueblo recibía la lluvia caliente (espirales oxigenadas que sueltan las arañas troposféricas)que abrasa las figuras heladas de los espantados. La puerta, al fin, fue abierta a quien quiso pasar y la cola era larga, pero nadie, ni las cucarachas, ni las babosas ni las ratas ciegas, se atrevieron a deslizarse más allá del primer portal.
Las tejas traficaban con pájaros desde la frontera, perros raquíticos pedían limosna silbando un réquiem y las escopetas se batían en duelos continuados, siempre hasta el infinito más uno. No, la religión no tuvo la culpa de esta “fiesta”, porque si una verbena se hace con farolillos y gente dormida, en ésta había contratada una orquesta que sólo bailaba. Maravilloso, maravillosa fue la salida del pueblo entero acudiendo a recibir los que volvían a irse. Estúpidas piedras, eran lanzadas por la gente contra sí misma, contra sus padres, contra los pucheros y ollas y hasta contra el agua, que se quebró, quedando el pez abisal, aburrido.
Los tesoros del fondo fueron a parar a manos particularmente especuladoras. 15 metros, sólo juncos, y debajo de ellos, una habitación para un matrimonio de torsos. 35 metros para cincuenta pequeños mancomunados.
Sin negocio, las aguas buscaron tierra, hasta empapar al antiguo sediento. ¿Recuerdas? Hoy, tu árbol muerto. Los libros se sindicaron para hacer presas, y el que pensaste escribir, era un miserable esquirol mental.
Sucedáneo humano, tirano, derrocado y exterminado. Hormigas llamando a sus dioses negros. El sueño pasó, entre sudores y ataques epilépticos, la gran venganza, para el niño de la piel muerta, fue hecha. Final herméticamente depositado en deposiciones sanguinolentas.
Noviembre, 2005.
2 comentarios:
Hola Fran. Acabo de leer tu blog y me he quedado patidifusa ¡Hay que ver lo que encierras en tu cerebro!¡Jamás te imagine tan diestro con la pluma! ¿Por qué no escribes una novela?
Mi blog no llega al tuyo ni a la suela de los zapatos, pero es que ambos lo usamos de distinto modo: tú como un ejercicio literario, yo de desahogo psíquico.
Sigue así, llegarás lejos. Besos.
Hola Victoria, gracias por visitar mi blog. No es cuestión de niveles, sino de su función, como tú bien dices.
Pásate cuando quieras por aquí.
Un abrazo afectuoso.
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